Detrás de bambalinas
Hace poco asistí a una reunión en homenaje a una artista musical talentosa, que en vida había tocado el alma de muchas personas. El tributo a esta mujer creyente incluía videos y grabaciones, fotos, instrumentistas y oradores. Cuando todos se fueron de la iglesia, me detuve para agradecerles a los técnicos cuya labor impecable en el panel de control había contribuido tan eficazmente para llevar a cabo este conmovedor homenaje. «Nadie notó lo que hicieron», les dije. «Eso es lo que queremos», respondieron.
Amante de Dios
En una breve biografía de San Francisco de Asís, G. K. Chesterton comienza echando una mirada al corazón de este hombre singular y compasivo, que nació en el siglo xii. Escribe: «Como San Francisco no amaba a la humanidad, sino a los hombres, asimismo no amaba el cristianismo, sino a Cristo. […]. El lector no puede ni siquiera comenzar a percibir el sentido de una historia que probablemente a él le hubiera resultado sumamente salvaje hasta comprender que, para este gran místico, su religión no era cuestión de una simple teoría, sino algo parecido a un amorío».
Repaso del año
Durante la última semana de diciembre, los locutores suelen hacer un repaso de los sucesos importantes del año que termina: éxitos y fracasos de personas destacadas, desastres naturales, desafíos económicos y muertes de líderes y celebridades. Por lo general, los acontecimientos más sorprendentes son los más publicitados.
¡Asombroso!
La historia de la Navidad, registrada en Mateo y en Lucas, se ha vuelto tan conocida que me pregunto si llegamos a captar la importancia de lo que realmente sucedió: Un ángel le dijo a una muchacha virgen que ella concebiría un hijo por el poder del Espíritu Santo (Lucas 1:26-38). Después, ese ángel le dijo al novio de la joven que se casara con ella y que le pusiera al niño el nombre Jesús, «porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21). Los pastores vieron ángeles en el cielo que les comunicaban que un Salvador nacería en Belén (Lucas 2:11). Unos hombres sabios viajaron miles de kilómetros para adorar a Aquel a quien denominaron «el rey de los judíos, que ha nacido» (Mateo 2:2). ¡Asombroso!
Canales de Su amor
Durante un tiempo devocional en una conferencia, nuestro líder nos pidió que leyéramos 1 Corintios 13:4-8 en voz alta y que reemplazáramos la palabra «amor» por «Jesús». Parecía tan normal decir: «Jesús es sufrido, es benigno; Jesús no tiene envidia, Jesús no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo […]. Jesús nunca deja de ser».
Prepararse y esperar
Cuando nuestros hijos eran pequeños, celebrábamos el Adviento (período que comienza el cuarto domingo antes de la Navidad y se extiende hasta la Noche Buena) colocando una corona de hojas en la mesa y encendiendo velas todas las noches después de cenar. Cantábamos un himno y leíamos un breve pasaje bíblico sobre el nacimiento de Cristo. Era un tiempo especial durante el cual preparábamos nuestro corazón para festejar la Navidad.
Damos gracias a Dios
El esposo de Anna Anderson murió al poco tiempo de casados, y ella quedó con tres hijas pequeñas y un futuro complicado. Aunque había estudiado para ser maestra en Virginia, no estaba habilitada para trabajar en las escuelas de Filadelfia; por lo tanto, lavaba ropa, planchaba y, más tarde, limpiaba pisos en una inmensa tienda de ventas. Por ser afroamericanas, estas personas suelen enfrentar prejuicios y discriminación raciales. Cuando las puertas de la oportunidad se cerraban, Anna creía que si confiaba en el Señor de todo corazón y lo reconocía en todos sus caminos, Él dirigiría sus pasos (Proverbios 3:5-6). Les enseñó a sus hijas a depender de Dios, a seguirlo y a estar siempre agradecidas.
Diligencia diaria
El internacionalmente aclamado violinista Midori cree que la práctica concentrada y diligente es la clave para una buena ejecución. Mientras cumplía un riguroso calendario de 90 conciertos por año, igualmente ensayaba 5 ó 6 horas por día. Jane Ammeson, en la revista NWA WorldTraveler, citó estas palabras de Midori: «Tengo que practicar para mi trabajo y lo hago todos los días […]. En realidad, lo importante no es la cantidad de horas, sino la calidad del trabajo que hay que hacer. Veo que los alumnos ejecutan un instrumento y lo llaman ensayo, pero no escuchan ni observan con cuidado. Tener un manual abierto no significa que uno esté estudiando».
¡Hazlo ya!
Hace varios años, un amigo me llevó a un seminario especializado en motivación, que disfruté muchísimo. En vez de centrarse en el dinero y en el éxito, los líderes nos guiaron para que entendiéramos la singularidad de nuestra identidad y el propósito que tenemos en la vida. Después, nos proporcionaron algunos métodos útiles para una existencia eficaz. Me quedó en la mente un lema: «Hazlo ya». El principio que nos enseñaron fue que evitar una tarea requiere tanta energía como hacerla. Dejar las cosas para más tarde consume la fuerza; concretarlas produce alivio.
Botiquín de emergencia
Durante decenas de años, cada vez que hacía un viaje largo llevaba un botiquín de emergencia, pero nunca tuve que usarlo. Se convirtió en un elemento tan habitual que, la noche que realmente lo necesité, no podía recordar dónde estaba. Felizmente, mi esposa sí se acordaba.